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1983 pasa por ser para el Funicular de Artxanda su año de reapertura tras una remodelación casi total de la infraestructura. Importantísimo año para la historia del funicular que consiguió ver realizado el deseo de los barrios de Castaños y Artxanda principalmente por ver circular otra vez el funicular. Para Bilbao también sería importante la reapertura del funicular pero, sin duda, otros acontecimientos serían los que marcarían la historia de Bilbao en aquel año de 1983.

Uno de ellos vendría por la consecución de la Liga de Fútbol por parte del Athletic el 1 de mayo de dicho año, tras muchos años de “sequía” con un recibimiento espectacular por la Ría de Bilbao que emocionó a tod@s.

Pero, sin duda, la gran noticia, trágica en este caso, que marcaría el año 1983 fueron las tremendas inundaciones acaecidas en plenas fiestas de la Villa, nuestra Semana Grande, un 26 de agosto. Inundaciones de las que no estuvo al margen el propio funicular quedando afectados tanto la estación inferior como el vehículo que a media tarde del citado día, tras quedar suspendido el servicio, quedó allí estacionado pensando que sería lo mejor para guarecerse de los daños. Impresión errónea como se comprobó posteriormente. Arriba contemplamos una fotografía perteneciente la época de las inundaciones pero hay que decir que, sin alcanzar la catástrofe de aquel día, otras lluvias dejaban igualmente impracticable la vía debido principalmente a que las laderas de Artxanda se encontraban muy despobladas de vegetación lo que propiciaba innumerables corrimientos de tierra como podemos contemplar en la fotografía de la derecha correspondiente a los períodos previos a la reapertura del funicular.

Por tanto, no solo el impresionante aguaduchu como desde siglos atrás son conocidos estos fenómenos atmosféricos contribuyó a la catástrofe sino las mencionadas laderas despobladas  del monte contribuyeron al desastre.

La vía, la vía de hierro, se convirtió en aquella tarde en otra Ría que llevaba barros, troncos y todo lo que la riada encontraba en las laderas. La estación inferior terminó completamente anegada y el vehículo allí “refugiado” fue parcialmente cierto con los lodos arrastrados montaña abajo sufriendo graves daños. En la fotografía parte de los lodos extraídos de la misma. Años esperando la reapertura y…

¡¡ A esperar otra vez !!

Todo ello provocó, en el año de si reinauguración, una primera parada que duraría aproximadamente tres meses. El servicio se reanudó en noviembre.

Mala suerte para el funi, pero mucha mayor peor suerte para Bilbao que recibiría un terrible palo del que, afortunadamente,  pudo salir aunque con diversa suerte para unos y otros. En imagen el Campo Volantín, junto al Ayuntamiento de Bilbao con una imagen del navío Consulado de Bilbao, allí fondeado y que constituía otra estampa de aquellos años, que no logró superar el golpe.

La transformación que sufrió Bilbao tras estas tremendas inundaciones no puede calificarse más que de milagrosa.

En la imagen de la izquierda podemos apreciar una conocida zona del barrio cercana a La Salve.

Pero, desgraciadamente, la historia de los “aguaduchus” no terminará con el de 1983 sino que la historia siempre se repite y más aún si no te toman las medidas necesarias que puedan apaciguar el “fenómeno natural”.

Esperemos que se hayan tomado y lo mismo para el funi…